El SIMCE y los directores

El SIMCE y los directores

Los resultados recién entregados de la evaluación SIMCE nos recuerdan el tremendo desafío que tenemos como país en cuanto a los aprendizajes de los estudiantes que se encuentran estancados y tendiendo a la baja desde hace años. Por ejemplo, en II medio, sólo el 18% de los estudiantes presenta un nivel adecuado de desempeño, mientras en matemática sólo el 15% de los estudiantes demuestra haber aprendido lo que corresponde a su nivel.

Este escenario es desolador y es imperativo buscar caminos para mejorar la calidad de nuestros colegios. Sabemos que en educación no hay balas de plata ni recetas mágicas ya que los problemas tienen causas múltiples. Los ejes que plantea la propuesta de reactivación del MINEDUC abordan aspectos muy importantes como la convivencia y salud mental, el fortalecimiento de los aprendizajes, especialmente el rezago lector, y la promoción de la asistencia y revinculación. Lamentablemente, omite un aspecto vital para la mejora académica: la importancia de los directores en los aprendizajes de los estudiantes. 

La evidencia es clara en señalar la importancia de una buena dirección para mejorar la calidad de los aprendizajes. Sabemos que, después del rol de los profesores, el liderazgo del director es lo que más influye en el desempeño de los estudiantes, explicando alrededor de un 25% en la varianza total de las evaluaciones entre colegios. Además, la evidencia indica que el impacto del director es aún mayor en los sectores desaventajados. Considerando los resultados recién entregados, resulta vital la acción de los directivos escolares para avanzar en reparar las brechas educativas que se prolongan en el país.

En Chile, más del 70% de los directivos escolares cuenta con algún postítulo (incluyendo magíster y doctorados), pero también sabemos que este tipo de programas especializados no afecta significativamente su desempeño ya que carecen de un enfoque práctico. Los sostenedores y directores indican que la formación que reciben en estos programas supone escenarios ideales muy distintos a los problemas que realmente enfrentan en sus establecimientos. Por lo mismo, consideran que los aprendizajes no son efectivamente aplicables a su realidad.  

Los buenos líderes escolares se forman en la gestión práctica del liderazgo, el que se ejercita día a día en los colegios. Pero, para que esto suceda se requiere una formación inicial que incorpore estudios de casos, simulaciones y aprendizaje aplicado en proyectos reales incorporando metodologías basadas en evidencia.  Y una vez en servicio, los directores requieren apoyo concreto y práctico para abordar las dificultades que enfrentan en su gestión diaria, lo que se logra mediante mentoría y acompañamiento permanente. 

Para ser efectiva, la formación de los directivos debe suceder en las escuelas y debe respetar la autonomía de cada proyecto educativo. Es extremadamente importante que cada establecimiento cuente con directivos convencidos de las capacidades de sus estudiantes, con formación práctica en gestión y liderazgo docente y con atribuciones claras para tomar decisiones. Como país estamos al debe en acompañar a nuestros directivos escolares en su formación práctica y en darles autonomía. ¿Estamos esperando al próximo SIMCE para tomar medidas?